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Cada vez es más frecuente encontrarse con esta pregunta en la consulta. De nuevo mucha confusión se cierne sobre el tema. Quizá sea porque hay cosas de las que todavía tenemos mucho que saber y no son fáciles de responder. Veréis que muchas veces no encontraremos respuestas claras ni en la información difundida  por la red, ni en las diversas opiniones de los profesionales. Vamos a intentar mojarnos un poco.  

Recordemos un poco de anatomía meniscal.Tenemos dos  meniscos en cada rodilla, uno interno y otro externo en forma de semiluna que cubren unas 2/3 partes de la superficie tibial. Es un tejido denominado fibrocartílago. Y he aquí la clave:  el tercio interno es denominado zona blanca porque no tiene vascularización ni terminaciones nerviosas…y por lo tanto no duele.  Aproximadamente el  tercio externo es denominado como zona roja, deduciríais que es porque ahí sí que llegan los vasos sanguíneos, es decir, la sangre y que por lo tanto tiene buena inervación…y duele.  Luego tendremos una zona de transición roja-blanca  más o menos extensa. Esto es fundamental para que entendamos luego por qué lo quitamos, por qué lo reparamos o por qué no lo tocamos. Fijaros en las fotografías que son muy ilustrativas.

Recordemos también que los meniscos tienen una función muy bien definida: facilitan la transmisión de cargas, la congruencia y estabilidad de la rodilla y facilitan la absorción de impactos. La verdad es que dicho esto, jamás se me ocurriría quitar un menisco. Y es verdad, quitar aunque sólo sea un pequeño pedazo del mismo tiene consecuencias, es decir que el desgaste del cartilago y la degeneración articular (artrosis) avancen.

Hay dos formas fundamentales de romper un menisco. Primero, de forma traumática, por ejemplo jugando al futbol, baloncesto…o resbalando en una acera. Segundo, en personas con una rodilla ya degenerada donde la línea articular se estrecha y se acaba dañando el menisco. Como deduciréis esta última forma es más común a partir de la 4ª década de la vida y son roturas de origen crónico. Hay otras formas como por ejemplo tras una rotura de ligamento cruzado anterior  no solucionada, que produzca inestabilidad y rotura secundaria del menisco, ya que éste, es un estabilizador secundario del ligamento (pero el ligamento cruzado dejémoslo para otra ocasión).

Y ahora vamos con los tipos de rotura. Y ya complicamos las cosas: oblicua, longitudinal, vertical, horizontal, transversa, degenerativa, compleja, en pico de loro, en asa de cubo…Explicarle esto al paciente se puede convertir en una tortura. Pero debéis saber que para el traumatólogo el tipo de rotura es importante. Imaginaros una hoja de papel. Romped un poco de uno de sus bordes, está roto pero todavía puedo escribir en él. Vale, pues ahora rompedlo un poco más y voltear la zona rota. Quizá ahora ya no vale para escribir y aún encima me molesta si lo intento. Es un ejemplo un tanto simplón, pero se trata de entender que hay roturas que son ESTABLES y otras que no. La estabilidad permite que el menisco siga haciendo su función en aquellas rodillas que no están dañadas. Un gran fragmento meniscal  INESTABLE que “baile” dentro de la articulación y traccione de la zona roja puede producir dolor y otros síntomas que ahora veremos.

El traumatólogo tampoco lo tiene fácil. Debéis saber que no existe una evidencia científica absoluta de qué meniscos debemos de operar o no. No todos somos iguales, nuestra anatomía, el eje de nuestra pierna, la edad, hábitos…todo influye a la hora de tomar una decisión. De ahí que no siempre estemos de acuerdo. En el 2010 en la revista American Journal Of Sports Medicine se muestra un estudio en el que se realizó una revisión sistemática del tema,  encontrándose una gran falta de uniformidad en los resultados obtenidos tras la intervención meniscal. Dicho esto podríais echaros las manos a la cabeza, pero no. Existen unas pautas a seguir bastante fiables para obtener un buen resultado con la operación. He aquí la siguiente clave. Los síntomas.

Los pacientes con roturas traumáticas agudas y síntomas mecánicos como dolor al andar o correr, bloqueos o derrames sucesivos,  tienen mejor pronóstico que aquellos con desgaste articular y roturas degenerativas. Esto no quiere decir que los segundos no puedan beneficiarse del tratamiento quirúrgico. Controversia. También recientemente en la revista Orthopedics  se publicó un artículo donde se señalaba la falta de evidencia de mejora en el tratamiento de aquellos pacientes con roturas meniscales en rodillas con artrosis. Sin embargo a título personal y hablando con otros traumatólogos, muchos vemos que en la práctica diaria que algunos de estos  pacientes  “límite” ente los 40 y los 60 años mejoran y se benefician del tratamiento quirúrgico. ¿Será un placebo?, ¿será que el lavado artroscópico retira factores inflamatorios?, ¿será nuestra sensación….?  La ciencia está en ello. ¡Ah! En este punto, para aquellos que lo desconozcan, deciros que la artroscopia es la técnica que mayoritariamente usamos en este tipo de afección.

Otra pregunta frecuente es, “doctor, si me quito el menisco la a la larga tendré antes una artrosis…”  Pues sí, si se lo quitan a usted todo, pero dependiendo del porcentaje retirado, el beneficio de quitarse una pequeña porción de menisco (como suele ser habitual) puede ser mucho mayor que el de no quitarlo. Pensemos por ejemplo, en un engranaje (la rodilla) con una pequeña piedrecilla en el medio. O una pequeña rotura que acaba progresando a una más grande que evita que el menisco funcione adecuadamente y finalmente tengamos aún más riesgo de degeneración precoz. Además, si quiero hacer deporte y esto me lo impide, pues adelante.

Otra más, “oiga, y por qué no me lo cosen como a ese futbolista famoso…”, si podemos lo haremos, pero sólo lo podremos hacer en aquellas roturas que puedan cicatrizar, que son aquellas de la famosa zona roja y sin datos degenerativos asociados. También los más avanzados preguntan a veces por el  transplante meniscal, técnica ésta mucho más restringida en indicaciones (otro tema, más complejo).

Por lo tanto ¿debo operarme el menisco roto? Mi recomendación, acudid al Traumatólogo, él os explorará, os preguntará por todas las condiciones que rodean vuestra rotura, es decir, cómo se produjo, el tipo de actividad que realizas, los síntomas, los hábitos… y os dará una respuesta adecuada a vuestra situación apoyándose en pruebas diagnósticas como la resonancia magnética.

Espero que esto os sirva de ayuda. Como siempre se trata de que vuestra información sea lo más clara posible a la hora de afrontar un problema no exento de controversias.  El profesional que os trate lo hará sin duda lo mejor pueda. Y a aquellos compañeros que lo deseen, deciros que vuestras opiniones