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Dr Pablo Codesido

~ Traumatología, cirugía ortopédica y lesiones deportivas. A Coruña.

Dr Pablo Codesido

Archivos de etiqueta: traumatólogo

¿Puedo suturar mi menisco roto?

14 domingo Abr 2013

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artroscopia rodilla, menisco, sutura menisco, traumatólogo

Reparar el menisco es una idea extremadamente sugerente, a todo el mundo le gusta conservar lo que es suyo. Al fin y al cabo la meniscectomía no deja de ser una “mini” amputación del menisco, y eso sí que suena mal. Sin embargo la mayoría de las cirugías en lesiones del menisco son meniscectomías. En un anterior post (“¿Debo operar mi menisco roto?”) ya hablamos de las características del menisco, por que lo operamos o no, y algunas de las alternativas de tratamiento conservador. También dimos alguna pincelada sobre la sutura meniscal, pero hoy vamos a aclararnos un poco más sobre este punto.

Es fundamental que os leáis ese post previo sobre rotura meniscal y que recordemos las tres partes en que se divide un menisco, la zona roja vascularizada, la zona blanca de la periferia sin vasos sanguíneos y la zona de transición roja-blanca. Solo entre un 20-30% de la periferia del menisco está penetrada por vasos sanguíneos. Acordaros de la siguiente figura:

Estructura meniscal

Estructura meniscal

Son varias las características que determinan a una rotura meniscal como reparable. Una es el tipo de rotura, mucho mejor si es longitudinal, vertical y en la periferia. Es fácil entender que las roturas en la zona roja podrán cicatrizar, es decir, “pegar” de nuevo la zona rota, mientras que en la zona blanca las posibilidades de cicatrización son escasas, ya que nuestro “pegamento”, que es nuestra sangre, llegará con dificultad. ¿Pero que sucede en la zona de transición? Pues como casi todo en medicina, es muy difícil daros una respuesta definitiva. La experiencia me ha hecho ver que los cirujanos en muchas ocasiones hemos forzado la indicación y hemos intentado suturar meniscos límite que luego necesitaron una nueva intervención para realizar la meniscectomía definitiva, que por cierto, se tolera muy bien. Incluso he de deciros que aquellos que han cicatrizado tanto en zona roja, como en roja-blanca, lo han hecho con cierta laxitud que hacían en menisco algo inestable, ya que la reparación es una cicatriz. Claro que las posibilidades de mostrar signos degenerativos a corto plazo son más frecuentes cuando no hay menisco que cuando lo hay, excepto que sea tan inestable que produzca síntomas incapacitantes. Todo esto no quiere decir que yo esté a favor de suturar o no. Lo que os quiero transmitir es que para suturar existen unas indicaciones precisas acompañadas por la experiencia del cirujano.

¿Cuál os parece suturable?

¿Cuál os parece suturable?

Lo que se dice siempre debe tener fundamento, por eso he de ponerme un poco científico de más (disculpadme). Recientemente un artículo publicado en la revista Arthroscopy mostraba revisión de otros estudios comparando meniscos reparados y meniscectomías parciales. Lo primero que llama la atención es el bajo número de reparaciones respecto a meniscectomías, he aquí la primera clave, la indicación de reparación es mucho más baja. Lo segundo que llama la atención es el alto porcentaje de reoperaciones en suturas meniscales, que sobrepasa el 20%, por menos del 2% en menicestectomías. Pero a largo plazo determinan que aquellos en los que la sutura ha ido bien el pronóstico de la rodilla parece ser un poco mejor. Pero estas generalidades deben ser individualizadas. Me explico. ¿Es igual una rotura degenerativa que una traumática?, ¿es igual una rotura en un chico de 20 años que en un varón de 51? Pues no, de nuevo hay sorpresas. Un estudio publicado en el American Journal of Sports Medicine muestra que las reparaciones meniscales en pacientes jóvenes y atletas tienen mejor pronóstico, con niveles de actividad deportiva prácticamente similares a antes de producirse la lesión y menos artrosis a largo plazo. Evidentemente en roturas degenerativas e inestables la reparación va a ser difícil ya que el “pegamento” que es la sangre llega con dificultad a la lesión y la sutura por sí sola no contiene la sutura meniscal.

Sutura meniscal

Sutura meniscal

Otro punto importante es saber que en pacientes con rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) y menisco, la sutura de éste último siempre que se pueda debe hacerse, ya que el pronóstico de la lesión es mucho mejor. Recordemos también que el menisco es un estabilizador secundario que toma mucha más responsabilidad cuando el LCA no funciona, y por lo tanto rompe con facilidad si el LCA no se repara.

Muchos de los seguidores del blog intentan hacer consultas on-line, a lo que siempre debo responder lo mismo, a los pacientes hay que verlos y explorarlos. Digo esto porque muchos envían el resultado de una RNM buscando una respuesta. Y de nuevo yo respondo, una RNM es una prueba complementaria, de muchísima ayuda, pero complementaria. Me refuerzo en lo que digo porque he encontrado otra vez, en la American Journal of Sports Medicine, un estudio donde se afirma que la RNM no es capaz de predecir si una rotura de menisco es reparable o no. El valor pues del cirujano es inestimable, ya que la mayoría de las veces será durante la operación (artroscopia) donde se dará un diagnóstico definitivo y se tomará la decisión final de suturar o no.

Un estudio de la prestigiosa revista Journal Bone & Joint Surgery, publicó en 2012 una revisión sobre el pronóstico a más de 5 años de las suturas de menisco, llegándose a encontrar fracasos de hasta un 20-24% dependiendo de diversos factores, algunos ya comentados, como el estado del LCA, el menisco reparado (parece que falla más el interno) y la técnica utilizada. Respecto a la técnica quirúrgica no voy a deciros mucho, simplemente que hoy en día la mayoría de los cirujanos usamos una técnica denominada “todo dentro” que consiste en una especie de pistola, o lancetas que permiten dar uno o varios puntos directamente sobre la zona rota.

Pistola para sutura meniscal.

Pistola para sutura meniscal.

Entonces y resumiendo, ¿debo de suturar mi menisco roto doctor?, pues sí, pero siempre que se deba y que se pueda, ya que desgraciadamente va a ser en pocas ocasiones. El paciente ideal va a ser un deportista joven que se ha lesionado y se ha roto el LCA y un menisco, en él la sutura adquiere la máxima importancia. Pero recuerda que si te has roto el menisco, hemos visto que es inestable y durante la artroscopia vemos que se encuentra en una zona roja, entonces no dudes que lo vamos a suturar.

TENDINITIS AQUILEA. TENDON DE AQUILES DOLOROSO.

11 martes Sep 2012

Posted by Dr. Pablo Codesido in Uncategorized

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tendinitis, tendinosis, tendon Aquiles, traumatólogo

Tendinitis, tendinosis, paratendinitis, paratendinosis, aquilodinia, microruptura, tendón degenerado, ruptura del tendón, tendonitis, peritendinitis, bursitis aquilea…y aún me quedan algunos. Todos ellos términos para describir trastornos del tendón de Aquiles. Y es el paciente el que llega desorientado a la consulta porque no sabe realmente si tiene una inflamación del tendón , un “desgaste” o una “degeneración”. Lo que sí sabe es que lleva mucho tiempo con el dolor en el tendón de Aquiles y que pese a diversos tratamientos no desaparece. Vamos a aclararnos un poco.

Quién le iba a decir a Homero tras escribir la Ilíada que su héroe Aquiles iba a ser recordado tantas veces en la consulta del médico. Pues así es.  De todas formas yo me pregunto si realmente fue el tendón o el talón lo que mató a Aquiles en la batalla. Imaginaros a su madre, Thetis, agarrándolo cuando era un bebé por el área donde el tendón se une al calcáneo para sumergirlo en las aguas del río Styx  y  hacer a su hijo invulnerable. ¿Por dónde agarraríais vosotros al bebé?, ¿por el talón o por el tendón? Efectivamente, tras esta pregunta tan literaria se esconde una interrogante anatómica que nos va a ayudar a entender lo que sucede en estas patologías.

Creo que todos sabemos localizar el tendón de Aquiles. Os diré que es la prolongación tendinosa  del tríceps  sural, que como su nombre indica está formado por tres músculos: los dos gemelos y el sóleo.  El tendón de Aquiles se inserta en su parte distal en el calcáneo, que es parte del talón en los humanos., ya que la definición más simple de talón es “parte posterior del pié humano”.  Personalmente dudo mucho que Thetis agarrase a Aquiles por el tendón, pero posiblemente sí por el talón, en el que se encuentra incluído la inserción del tendón. La historia nos ha dejado el término anatómico “tendón de Aquiles”, pero también el término “talón de Aquiles” para definir algo vulnerable.

Dejemos la Ilíada y centrémonos en la anatomía propiamente dicha.  El tendón de Aquiles está rodeado por una fina capa de tejido conjuntivo o vaina que lo rodea y lo nutre con vasos sanguíneos y nervios y además favorece el deslizamiento del tendón en su movimiento principal que es la flexión plantar. Esa estructura es el paratenon, a su vez existen otras estructuras asociadas derivadas de ésta que son el endo-, epi- y peritenon. Pero no vamos a complicarnos. Pensemos que esa fina capa de tejido conjuntivo es quien sostiene a las potentes fibras de colágeno que forman el tendón dando la nutrición y el apoyo necesario. Esto es muy importante ya que aproximadamente el 80% de las lesiones del tendón se producen en la zona menos vascularizada, que se encuentra entre 2-5 cms  de su inserción en el calcáneo.

También tenemos unas pequeñas bolsas serosas llenas de líquido viscoso que hacen las veces de almohadillas para que el tendón se deslice mejor, su inflamación la denominamos como “bursitis aquílea”, y hay dos muy importantes para el tendón de Aquiles justo por delante y detrás de su inserción en el calcáneo. Y no os olvidéis de que el tendón se une al calcáneo con unas fibras muy potentes que se aferran al hueso y que también se pueden lesionar, en cuyo caso hablamos de una “entensitis aquílea”

Y ahora hablemos de fisiología del tendón de Aquiles para aclarar alguno de los términos de los que antes hablábamos. Es capaz de soportar hasta 8 veces el peso del cuerpo en acciones como correr y hasta 10 veces en acciones explosivas como el sprint o el salto.  Corriendo soporta fuerzas de unos 1500-3000 Newtons. Imaginaos a un corredor de maratones, ¡qué féliz debe ser su Aquiles! La clave a la que quiero llegar, es que comprendamos la sobrecarga que podemos llegar a trasmitir a nuestro tendón.

Las lesiones del Aquiles pueden ser agudas (repentinas ) como la ruptura completa por sobrecarga repentina. Pero también, y mucho más frecuentemente, lo que se producen son múltiples pequeñas microrroturas de las fibras de colágeno a las cuales no damos tiempo a reparar, porque seguimos activos y la molestia no es suficientemente incapacitante. O que se reparan formando cicatrices que se “pegan” al paratendón y  que forman calcificaciones y nódulos  en su seno. Estamos entonces,  hablando de degeneración tendinosa con falta de vascularización del tendón. Muchos pacientes nos cuentan que el dolor mejora cuando llevan un tiempo corriendo o andando. Esto generalmente se debe a un aumento de vascularización (de llegada de sangre) a la zona y por tanto,  a un aumento de temperatura que distiende las estructuras y las alivia. Mucha gente lo denomina como “una vez que caliento mejoro algo….”. Pero esto no siempre es así, y cuando se ignora el dolor se forman cicatrices duras que impiden la elasticidad del tendón y al final provocan molestias continuas.

  Y ahora sí que podemos  empezar a aclarar términos. Cuando hablamos de “tendinitis” hablamos de inflamación del tendón, y si somos muy exquisitos podemos hablar de “paratendinitis”  si hablamos solo de inflación del paratendón. No son fáciles de distinguir pues están muy asociadas. Pero esta inflamación puede ser aguda (repentina), por ejemplo tras una gran caminata donde nos sobrepasemos. Pero si nos sobrepasamos más veces de las debidas el tendón posiblemente comience a quejarse progresivamente, porque, como os dije, no le damos tiempo a reparase y readaptarse, estamos cronificando la inflamación por lo que hablamos de  “tendinitis crónica” o “tendinosis” y, de nuevo refiriéndonos al paratendón “paratendinosis”. Si la enfermedad progresa podemos incluso observar “nódulos” de tejido fibroso y duro al palpar el tendón,  las células inflamadas ya no aparecen porque estamos hablando de un tendón degenerado y rígido, muchas veces calcificado con dificultad para moverse dentro de su vaina. Recordad lo que decíamos antes, también la inserción del tendón y las bolsas serosas pueden lesionarse. Hablamos entonces de “entensitis” o tendinopatía de inserción, y “bursitis” o inflamación de las bolsas serosas. Muchas de estas patologías entran ya dentro del grupo de las talalgias. Por ejemplo, en la enfermedad de Handlung tenemos dolor en la inserción del tendón por prominencia del ángulo pósterosuperior del calcáneo.

Es importante decir que las lesiones del Aquiles no son siempre traumáticas, sino que ciertas enfermedades metabólicas y medicaciones pueden favorecer su lesión.

Pero como siempre vamos a centrarnos en la persona activa y en el deportista. Muchos de vosotros sois deportistas en diferentes grados, algunos solo caminan y otros hacen maratones y carreras populares. La pregunta que muchos pacientes con tendinitis Aquílea se hacen es, ¿por qué me pasa esto a mi?, y por supuesto  ¿puedo solucionarlo? Estamos hablando de factores de riesgo y métodos terapéuticos.

Respecto a los factores de riesgo, podríamos hacer un capítulo aparte. Pero he de deciros que como siempre la literatura científica no acaba de definirse totalmente en cuanto a los más importantes. Parece que existe una predisposición genética y familiar a sufrir lesiones del Aquiles.  En un artículo del 2009 en el American Journal Sports Medicine se nos sugiere que no existen diferencias en cuanto a sexo, edad, peso y estatura en atletas con una media de edad de 55 años. Sin embargo la patología degererativa o crónica por sobreuso  parece más frecuente en personas de mediana edad que en jóvenes , y el sobrepeso parece ser un factor claro de riesgo.

Los factores biomecánicos incluyen la propia debilidad de los flexores plantares (tríceps sural). Algún estudio en corredores sugiere que es más frecuente en pronadores, varo de rodillas, y personas con pie cavo-varo (arco pronunciado y talón hacia adentro). Los acortamientos musculares, del propio tríceps sural  y de isquiotibiales parecen tener también su papel. Personalmente en consulta lo primero que aconsejo es un estudio dinámico y funcional del piéy de la marcha,  ya que nos puede permitir adaptar el calzado y plantillas a las necesidades de cada persona. Casi todo el que se considere corredor de alto rendimiento debería de hacerse este estudio aún de forma preventiva , pues los riesgos de una tendinitis aquilea en estas personas llegan al 50%. El uso de zapatillas con un contrafuerte y acolchamiento adecuado también es importante.

Pronacion

Evidentemente lo dicho para el pié es importante, pero a mi modo de ver hay cosas que por muy evidentes, son las más descuidadas y favorecedoras de la patología. Por ejemplo el aspecto nutricional. Una buena hidratación es fundamental para la buena función tendinosa. La correcta nutrición y el evitar excesos como el depósito de ácido úrico y otros microcristales también lo es. Sobre esto poca atención se da en consulta.

Y por supuesto, para aquellos que realizan deporte. El entrenamiento y la calidad del mismo.  Independientemente de los factores de los que antes hablamos de tipo  genéticos, biomecánicos, nutricionales…etc, tenemos como factor fundamental la sobrecarga  cíclica del tendón.  Y ello a su vez se favorece por la falta de progresividad  y  exceso de entrenamiento, falta de técnica, terrenos inadecuados, mala equipación… Yo lo resumiría como mal entrenamiento o estar mal asesorado, sin contar con un preparador físico, fisio y por supuesto con el médico.

El diagnóstico de una tendinitis aquilea no suele ser complicado, y ciertas pruebas complementarias como la ecografía o la RNM nos pueden sacar de dudas en casos difíciles, pero no siempre son necesarias. Lo complicado es realizar una buena historia clínica y sacar a la luz los desencadenantes de la misma para así poder tratarlos o evitarlos. Esto es fundamental, porque por mucha medicación, fisioterapia o incluso cirugía que hagamos, si no actuamos en los desencadenantes y factores de riesgo principales, pues pocos buenos resultados tendremos. Aún así hay una serie de pacientes que necesitan tratamiento médico y quirúrgico.

Los antiinflamatorios son muy útiles cuando la patología es aguda. A veces pecamos de dar a todo aniinflamatorios y analgésicos, pero muchas veces son necesarios y deben ser bien prescritos. Evidentemente, como ya os dije, acompañamos esto con medidas ortopédicas y reposo. Hoy en día casi no usamos inmovilizaciones, solo en casos de cirugía o tendinitis aguda muy incapacitante. En cuanto a ortesis, como he comentado, para mí lo mejor es realizar un buen estudio podológico y de la marcha con plantillas adecuadas a cada caso particular. Mucha gente opta simplemente por taloneras de silicona, que pueden ser útiles para descargar el tendón,  sobre todo en casos leves y agudos, pero en fin, mi consejo es que en salud no escatiméis recursos y si podéis, trataros de forma personalizada ( pensad en cuanto os cuesta una revisión rutinaria del coche,  por poner un ejemplo).

Talonera

Cuando el reposo, medidas ortopédicas  y la medicación oral no funcionan debemos o pasar a otro escalón fundamental: la fisioterapia. No es mi campo explicaros esta fase,  pero  sí  os daré una reflexión personal. Las distintas disciplinas fisioterápicas  como la masoterapia, manipulación, ejercicios propioceptivos, isométricos, estiramientos, reeducación postural…etc, así como calor-crioterapia, ultrasonidos, onda corta…deben ser aplicados por profesionales titulados conocedores de la patología, ya que su buena aplicación, así como los buenos consejos, en cuanto a factores de prevención, por parte del fisioterapeuta son claves. Con el médico el paciente suele estar minutos, diagnosticamos, recomendamos  y tratamos. Con el fisioterapeuta pueden ser necesarias horas.

Para mí  el siguiente escalón puede ser combinado con la fisioterapia o ser posterior cuando las cosas no van todo lo bien que esperábamos. Se trata  de infiltraciones con factores de crecimiento derivados de las plaquetas. Leeros el post que previamente lanzamos en el mes de mayo.  La tendinopatía crónica de Aquiles es una de las indicaciones más adecuadas para usarlos. Como decíamos en ese post, no se deben usar “para todo”. Pero en tendinopatías tienen unos resultados muy aceptables, ya que favorecen la nueva vascularización de esas lesiones cicatriciales y degeneradas.

Finalmente llegamos a la cirugía. Quizá el punto más delicado  competencia del Traumatólogo-cirujano ortopédico. Si tras aproximadamente 6 meses de tratamiento no obtenemos resultados es cuando optamos por la cirugía.  Se dice que hasta un 25% de corredores con esta patología pueden llegar a necesitarla. Y así es. Y personalmente creo que tiene buenos resultados. En mi caso opto por una extirpación del tejido fibrótico  o nódulos siempre que el remanente de tendón sea por lo menos del 50%. En el mismo procedimiento se realizan cortes longitudinales sobre el tendón degenerado para , de nuevo, favorecer la vascularización y reparación del tejido afectado.

Seguro que alguno estará pensando en terapias alternativas como la acupuntura, homeopatía,…personalmente siempre opino que si nos va bien y no nos perjudica, pues adelante. Pero cierto es que no encuentro evidencias científicas destacables para poder recomendarlas con decisión.

Como casi siempre termino por deciros que ante cualquier dolor o duda no dudéis en acudir a consulta traumatológica. Esto es una guía informativa, explicativa y divulgadora. Pero el tratamiento y el manejo de la patología debe ser personalizado a cada caso en particular.

Eso del… “túnel carpiano”

26 martes Jun 2012

Posted by Dr. Pablo Codesido in Uncategorized

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nervio mediano, parestesias, traumatólogo, tunel carpiano

-Doctor, “me han dicho que tengo eso del túnel carpiano”

-Cuéntame lo que te pasa.

-Pues que se me duerme la mano y se me caen las cosas.

Analicemos el asunto. Primero veamos que es el túnel carpiano, porque así podremos entender el “síndrome del túnel del carpo (carpiano)” (STC). Como siempre vamos a ser lo más informativos posibles intentando huir de tecnicismos.

El túnel carpiano es un espacio, que se forma fundamentalmente entre los huesos de la muñeca y el ligamento transverso (o anular) del carpo. En ese túnel discurren los tendones flexores de los dedos y el nervio mediano.  Éste nervio es uno de los responsables de que tengamos sensibilidad en la mano y además inerva, y por lo tanto nos permite contraer ciertos músculos de la mano. Una imagen vale más que mil palabras, ahí va ésta:

Es ahora comprensible, que cualquier motivo que disminuya el espacio del túnel, provocará compresión del nervio, mucho más sensible que sus acompañantes, los tendones. Así que la definición de STC sería la siguiente: compresión del nervio mediano debajo del ligamento transverso del carpo. Sencillo. Por ejemplo, si tenemos una tendinitis que inflame los tendones flexores, disminuirá el espacio y nuestro nervio se quejará, o una fractura de la muñeca que provoque una compresión del túnel. Sin embargo la cosa no es tan sencilla. Veamos a qué me refiero.

Se cree que entre un 1- 10% de la población en general puede tener STC. Generalmente se presenta entre los 40-60 años. El problema es que en un 95% de los casos no sabemos su origen, es decir, qué es lo que lo causa con certeza. Por eso os decía que no es tan fácil la cosa. Causas como fracturas, tendinitis conocidas, tumores…son muy poco habituales. Hay enfermedades metabólicas y alteraciones del metabolismo que lo hacen más frecuente como la diabetes y el hipotiroidismo. Las hormonas y las alteraciones del balance hídrico juegan un papel importante, así también es más frecuente en el embarazo y en pacientes que necesiten hemodiálisis. No debemos olvidarnos neuropatías, las propias enfermedades que afectan directamente al nervio o enfermedades congénitas, que también son muy poco frecuentes.

Ahora viene la parte más polémica: la posición y el uso repetido de la muñeca y dedos. Sabemos que la flexión mantenida de la muñeca disminuye el espacio del túnel, por eso de noche el STC duele más, ya que la muñeca tiende a la flexión cuando dormimos. Si a la flexión de la muñeca le añadimos extensión de los flexores de los dedos todavía aumentaremos más la compresión. Y ahora poneros a pensar en profesiones en las que esto se produzca. La lista puede ser inmensa: costurerería, hostelería, ensambladores de piezas, deportistas, envaladores… etc. Quizá la dificultad más grande está en saber si la gente que realiza mecanografía constante (uso prolongado de ordenador) está o no en mayor riesgo de sufrir STC. Los estudios no son concluyentes. Pero está claro que en muchos ámbitos se considera una enfermedad profesional.

Los síntomas más frecuentes son el dolor y las parestesias (sensación de hormigueo, adormecimiento, acorchamiento) en los 3 primeros dedos de la mano y el borde radial del 4º dedo. Son, sobre todo, nocturnas. El dolor puede irradiar al codo y en casos avanzados puede haber atrofia de la musculatura tenar con pérdida de fuerza.

El diagnóstico es clínico. Por ello se debe visitar al traumatólogo y explicarle los síntomas. Tras una breve exploración la orientación diagnóstica se lleva a cabo, y sólo en casos dudosos se puede realizar una electromiografía y valoración de la velocidad de conducción del nervio para ver si es a nivel del túnel carpiano donde se produce su compresión, ya que puede comprimirse en otros lugares mucho menos frecuentes. En este punto hemos de decir que el diagnóstico diferencial se debe de hacer con otras compresiones de otros nervios a nivel del miembro superior y neuropatías. Pero sin duda alguna con lo que más se confunde este síndrome es con la radiculopatía cervical, por cérvicoartrosis o por discopatía (leeros el anterior post de dolor cervical).

Y como lo tratamos, ¿es necesario operarse siempre?. Pues no, en estadíos iniciales cuando la clínica es leve se pueden utizar férulas especiales en extensión nocturnas acompañadas de antiinflamatorios. Evidentemente la modificación de hábitos perjudiciales es lo más importante, pero dile esto a alguien que lleva trabajando 20 años en su profesión. Es muy importante controlar aquellas enfermedades que aumenta la predisposición al STC como en la diabetes. Se pueden usar complementos vitamínicos pero con poca eficacia. En algunos casos se puede intentar una infiltración con corticoides que alivia el proceso inflamatorio de forma transitoria, personalmente no suelo usarlos, sólo en aquellas personas que necesitan demorar la cirugía.

El tratamiento quirúrgico es muy efectivo. Se trata de realizar una sección del ligamento transverso o anular del carpo para descomprimir el túnel. Hay diversas técnicas para realizarlo, pero la más usada  es una sección longitudinal palmar en la muñeca. Es una cirugía generalmente ambulatoria sin necesidad de ingreso hospitalario.

Las parestesias es el síntoma que antes mejora. La fuerza es el que más tarda en recuperarse. Las principales complicaciones de la cirugía son que pese a todo persistan los síntomas y también la presencia de una cicatriz dolorosa, que al año de la cirugía es de menos del 10% de los casos.

Ahora podemos retomar la conversación del principio y entenderla un poquito mejor:

-Doctor, “me han dicho que tengo eso del túnel carpiano”

-Cuéntame lo que te pasa.

-Pues que se me duerme la mano y se me caen las cosas.

-Creo que podemos ayudarle.

Acudid al traumatólogo para aclarar cualquier duda que os surja.  El STC tiene solución.

Fractura de stress

30 viernes Mar 2012

Posted by Dr. Pablo Codesido in Uncategorized

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fractura stress, metatarsiano, orthopedic surgeons, sobrecarga, traumatólogo

He tenido suerte. Hacía tiempo que quería hablaros sobre un tema importante para todos aquellos que practican deporte o que tratan a deportistas. Las fracturas de stress.  De eso saben algo deportistas tan importantes Pau Gasol,  Villa, Yao Ming….Pero es que recientemente he leído un artículo que ha sido publicado este mes en el Journal de la AAOS (American Association Orthopedic  Surgeons) sobre este tema  que me ha puesto las cosas mucho más fáciles. Os intentaré transmitir muchos de los conocimientos  que aquí se exponen además de añadir otros que ya os tenía preparados, y otros basados en la experiencia personal acumulada. 

Todos los huesos de nuestro tren inferior están sometidos a cargas continuas, que pueden ser pocas cuando, por ejemplo, estamos simplemente de pié, o máximas cuando estamos corriendo o compitiendo. Esas cargas producen microrroturas inapreciables que reparamos fisiológicamente,  de nuevo sin darnos cuenta. Así que los huesos sufren  una reparación y una remodelación continuas,  por lo que se produce un equilibrio entre el daño producido y los procesos de reparación.

Arquitectura hueso

Evidentemente hay muchos factores que influyen en este equilibrio. Son factores tanto extrínsecos como intrínsecos. Los intrínsecos son aquellos inherentes a nuestro organismo, concretamente al hueso y las repercusiones sobre él. Estos os serán un poco más difíciles de entender ya que nos referimos a nuestro propio metabolismo, nuestra estructura ósea, osteoporosis, vascularización del hueso, factores hormonales, alineación anatómica, calidad muscular (recordad que un buen tono protege a huesos y articulaciones) y forma física en general.  Así , por ejemplo, las fracturas de stress también se producen en personas que no son deportistas sino que desgraciadamente presentan enfermedades que alteren al hueso.

Los factores extrínsecos os resultarán muy interesantes a los más deportistas porque generalmente son los que nos permiten prevenir estos problemas desde casa. Destaco el nivel y calidad del entrenamiento y el apoyo de entrenadores, fármacos, la nutrición y los hábitos dietéticos, y finalmente el equipo que se usa para entrenar , como el calzado deportivo o la superficie en la que se entrena. Evidentemente todo esto genera un mundo lleno de productos comerciales, rumores, mitos y demás, muchas veces alejados de la realidad científica que nos atañe.

 Centrándonos ya más en aquellas personas sin enfermedad subyacente, he de deciros que hay un factor de los que hemos hablado, muy importante. La vascularización o aporte sanguíneo del hueso,  ya que este tipo de fracturas  ocurren  en aquellos que ya por su peculiar anatomía reciben un escaso aporte vascular, vamos, que las arterias que lo nutren son escasas.  ¿Y cuáles son estos huesos de mayor riesgo? Pues fundamentalmente el escafoides tarsiano, la cola del 5º metatarsiano y la cara anterior de la diáfisis tibial. Se le suman otras zonas de gran impacto como el calcáneo, otros metatarsianos, los sesamoideos del pié, epífisis del peroné o cuello de fémur.

Apliquemos pues un número indeterminado de cargas en un hueso con escasa vascularización y tendremos una fractura, en este  caso de stress. Un resumen un tanto simple, pero válido.

Debemos saber ya  que la fractura de stress no es resultado únicamente de un proceso agudo, es decir, por una caída, golpe, traumatismo…sino que refleja el fracaso de un hueso para soportar miles de pequeños procesos agudos (microfracturas) en forma de cargas repetidas sobre un punto determinado. De todas formas, a veces se produce una verdadera fractura aguda como la que probablemente sufrió el futbolista Villa, resultado de una sobrecarga en el tiempo y que no ofrece ninguna duda diagnóstica. Pero otras veces, la mayoría,  permanece oculta con la bien conocida desesperación del afectado, entrenador, familia…y médico. Pero entonces ¿cómo sabemos que tenemos una fractura de stress?

Pues no es nada fácil. Lo típico es un período de dos o tres semanas de dolor repetido en un punto o región determinados. Ese punto puede estar relativamente inflamado o con una leve hinchazón a veces difícilmente perceptible. Maniobras como saltar sobre el miembro afectado pueden reproducir el dolor. Tranquilos, el médico en la exploración clínica también evaluará  esos factores de los que antes hablábamos:  metabólicos, hábitos…etc

Fractura stress del 5º metatarsiano

Pero vamos a ponernos prácticos. Llega Pepito a consulta, un chaval de 23 años, gran futbolista, muy trabajador,  sano, que le duele la tibia desde hace  un par de meses, más después de entrenar,  y que desde hace un par de semanas ya le cuesta chutar. Y entonces llegan los diagnósticos de los satélites (con perdón): ¡¡¡un golpe por una patada, no tiene nada hombre, es una periostitis, no encuentra su sitio en el equipo, un síndrome tibial anterior, salió un día de copas,…!!! Bien, perdonad esta pequeña broma, pero es que para eso estamos nosotros, para diagnosticar y tratar en lo posible.  Resulta que a Pepito le han hecho una radiografía y no han visto nada. Pues es muy probable, porque como os dije muchas veces, estas fracturas permanecen “ocultas”. A veces simplemente con repetir las radiografía simple en un par de semanas podremos ver signos que nos lo indiquen y que de nuevo no son fáciles de interpretar en manos inexpertas. Y a veces sí, tenemos que recurrir a pruebas más sofisticadas como una resonancia magnética, un TAC o incluso una gammagrafía ósea, lo que no quiere decir que haya que hacerle una resonancia a todo Pepito que entre por la puerta:  hay indicaciones.

Y ahora lo más difícil. Evidentemente, como siempre, no entraré en cuestiones técnicas y/o quirúrgicas complejas. Simplemente una pincelada de conceptos básicos y asumibles.

Descanso. Qué simple, y que difícil para alguien que compite. Descanso una semana, un  mes, vuelvo y me sigue doliendo…este médico no me cura. ¡No puedo parar! Pues el tratamiento básico consiste en descanso y una inmovilización, con ortesis o con yeso que depende del tipo y lugar de la fractura. Y paciencia. Muchas veces el problema de estas fracturas es que son tratadas a destiempo ya que antes de llegar al traumatólogo han pasado por diversos procesos de recuperación y recaída lo que puede resultar en una mala unión del hueso que dificulta mucho el tratamiento conservador.  Un ejemplo, una fractura de la cola del 5º metatarsiano por stress puede consolidar en unas 6-8 semanas solo con inmovilización, pero si no consolida bien  puede necesitar irremediablemente ser intervenida. De hecho, en atletas la frecuencia de mala unión es  elevada y muchos autores propugnan operar de entrada ya que así se acortan los tiempos de recuperación.  En el caso de la tibia el tratamiento conservador puede llegar a retrasar la vuelta a la competición en hasta 12 meses o más, lo que puede truncar una carrera deportiva. El equilibrio entre operar-no operar puede ser difícil de obtener debido al momento de la competición, los síntomas y de cómo se acepten o no los riesgos de una cirugía. Como podéis comprobar, los cirujanos tampoco lo tenemos fácil.

Osteosíntesis 5º metatarsiano

 Se están intentando tratamientos farmacológicos sobre todo en casos de déficit, por ejemplo de calcio o fósforo con suplementos como la vitamina D. También otros que actúan sobre  el metabolismo óseo como bisfosfonatos o teriparatida, pero no nos compliquemos,  ya que su eficacia real en personas sanas está por determinar y realmente es un tema dirigido a los compañeros de profesión. Recordad que una dieta sana es básica y muchas veces suficiente para muchos problemas. Hay casos de deportistas femeninas que han alterado tremendamente su dieta, han desarrollado alteraciones menstruales y que se han detectado tras la presencia de una fractura de stress. A veces el deporte de alto rendimiento puede llegar a ser patológico sin controles médicos adecuados.

Y entramos en  la gran miscelánea:  factores de crecimiento, ultrasonidos, ondas de choque… Diversos resultados no del todo aclarados sin evidencia científica clara. En ciertos casos se puede probar, especialmente en el caso de las ondas de choque, pero evidentemente su efectividad no  es comparable a la cirugía. Se puede intentar en ciertos casos específicos y seleccionados,  pero ojo, no en todos. La ciencia sigue sin dar resultados contundentes en este campo.

Recuperarse es posible

Para finalizar un poco de lo de siempre:  espero que el tema os haya resultado interesante, y ante la duda acudir a vuestro traumatólogo, no os metáis en camisas de once varas. No es un tema fácil de tratar, pero en buenas manos se puede solucionar.

Fractura de clavícula: ¿me opero?

18 viernes Nov 2011

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clavícula, fractura, traumatólogo

A los que seguís este blog os gusta el deporte. Y el deporte hoy en día es muy determinante a nivel mediático. En nuestra especialidad creo que mucho más.  Recientemente en consulta, he visto a algunos pacientes con la clavícula rota hacía unos días, generalmente jóvenes,  preguntarme lo siguiente: he visto que a tal motorista  o a tal ciclista le han operado de una fractura de la clavícula, ¿debo yo operarme, doctor?

Pues bien, como en medicina cada caso es un mundo la respuesta, como buen gallego, es “depende”.  Los criterios para operar o no a una persona cada día se establecen mejor, pero sí que es cierto que en traumatología el tratamiento conservador (no operar) todavía está muy presente. Las fracturas de clavícula tradicionalmente se han tratado de forma conservadora con un cabestrillo o con un vendaje en “ocho” hasta que la fractura consolidase. Hoy en día se operan muchas más clavículas. ¿Por qué?

La clavícula es un hueso en forma de S itálica cuyo punto más débil está en su tercio medio. Entre ella y la primera costilla pasan los vasos subclavios y el plexo braquial, es decir, arterias, venas y nervios hacia el brazo. Su función más importante es hacer de puntal para el hombro permiténdole la rotación interna, además forma parte de la cintura escapular  impidiendo el desplazamiento hacia abajo de éste gracias a su función suspensoria.

El mecanismo de producción de una fractura de clavícula suele ser la compresión indirecta, al caer el sujeto sobre el hombro o apoyando la mano (caída de la bici o la moto o simplemente de una altura). Aunque también puede producirse directamente (un bastonazo por ejemplo).

Mecanismo de producción.

En frecuencia son aproximadamente un 5% de todas las fracturas. Es la más frecuente en niños pequeños, pero hoy nos referiremos básicamente a adultos. La clasificación científica de las fracturas puede ser complicada para los no especialistas ya que implicaría saber más conceptos anatómicos como la disposición de ciertos ligamentos como el conoide y el trapezoide. No la liemos. Quedémonos con  3 zonas: medial, media y lateral. Las de tercio medio son aproximadamente un 70-80% de todas ellas., las laterales entre un 25-30%, y las mediales sobre un 2% únicamente.

Cuando alguien se rompe la clavícula además de un dolor importante suele coger el brazo afectado con el bueno, intentando restablecer la función suspensoria de la clavícula. El brazo suele estar en adducción, pegado al cuerpo. Al explorarlo vemos muchas veces un “bulto” o deformidad que incluye hace ruido al presionar alguno de los extremos del hueso. Para el traumatólogo con una simple exploración y una radiografía del hueso el diagnóstico está hecho en la inmensa cantidad de casos.

Y ahora lo importante, ¿qué hacemos, la operamos o no?  Si la fractura no está desplazada pues NO la operamos. Pero ahí tenemos la tele y los deportistas famosos. Lo primero que debemos saber es que en deportistas de élite como los motoristas del campeonato de mundo  o los ciclistas del tour requieren de una recuperación lo más pronto posible para volver a competir y no perder campeonatos. Es una decisión del propio paciente que a veces depende mucho de los propios recursos de los que se dispongan. Debéis de saber que la mayoría de las  fracturas NO operadas tienen el mismo resultado final que las que sí se operan, digamos por ejemplo al año de caerse, pero sí que es cierto que la recuperación es más temprana operándose facilitándose la fisioterapia casi desde el primer momento. ¡Ah!, pero no os olvidéis de la cicatriz, y las posibles complicaciones que puedan surgir  al operarse. La cirugía no es una tienda con garantía al 100%, puede complicarse.  Y muchas veces hay que volverse a operar para retirar tornillos, placas…Evidentemente a alguien que lucha por ser campeón del mundo de MotoGP le compensa. Pero para darle una vuelta más de tuerca al asunto os diré que tengo pacientes que me solicitan la intervención por motivos laborales, viajes…,y me parece fenomenal si así lo desean porque están decididos y no toleran inmovilizaciones o vendajes duraderos. Es cierto que muchas veces en ciertos sistemas sanitarios se tiende más hacia tratamientos conservadores en teoría menos costosos a corto plazo.

Sistema de inmovilización en "ocho"

Volviendo a retomar el asunto  del tratamiento  os diré que la mayoría de estas fracturas las tratamos de forma conservadora con cabestrillo o un vendaje en “ocho”. Esta inmovilización puede durar hasta 6-8 semanas si se consigue una consolidación no dolorosa. Pero hay una serie de indicaciones absolutas dependientes del tipo de fractura como desplazamiento o acortamiento mayor de 2 cm.  y/o  fracturas abiertas.   Las fracturas del tercio medial y lateral son las más frecuentemente operadas. Hay otras indicaciones que  dependen de las lesiones asociadas como disociación del anillo escápulotorácico o daño neurovascular.  Hay otras indicaciones relativas como fracturas bilaterales, politraumatizados, enfermedades asociadas como Parkinson…Pero las más controvertidas son las que llegan del propio paciente como alteración estética, intolerancia a inmovilización, o necesidad de movilización temprana como en deportistas.

Personalmente os diré que me decanto por operar pacientes jóvenes, activos con fracturas desplazadas tal como hemos descrito. Creo que agradecen una reincorporación temprana a sus actividades cotidianas y además las tasas de pseudoartrosis , no consolización o consolidación viciosa y clínica asociada, mejoran en estos casos.

Las técnicas quirúrgicas para la fijación de las fracturas de clavícula incluyen placas atornilladas y clavos intramedulares. Aquí tenéis un caso clínico sencillo. Fractura de tercio medio con desplazamiento y acortamiento mayores a 2 cms:

Como veis es un tema frecuente y controvertido, y por eso os lo traigo aquí. Cada cirujano traumatólogo debe valorar cada caso individualmente según la historia del paciente. Hablar de sus pretensiones y motivaciones para obtener el mejor de los resultados. No olvidéis consultar a vuestro traumatólogo, sin duda os dará la mejor respuesta de la que disponga.

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